sábado, 14 de noviembre de 2009

Hoy aprendí a hacer paredes

Algo me ha quedado muy claro ahora que he tomado doce horas de clases acerca de las reparaciónes básicas en el hogar (plomería, pintura, hasta algo de electricidad), y es que comparadas con las casas mexicanas, las de Canadá son medio marcianas.
Para que las construcciones puedan resistir los veranos húmedos y calurosos y no tronar después en el gélido invierno, las estructuras se hacen con materiales aislantes y en muchas capas, nada que ver con el simple sistema del cemento y el ladrillo. El problema es que tienden a incendiarse con facilidad... por lo que hay que pagar carísimos seguros.

Las ventanas, también con diferentes capas y de preferencia con gas argón entre sus hojas, son taaaaan caras que existen "corredores de ventanas" que se especializan en buscar la mejor cotización para los clientes. Hay concursos, como la lotería, en los que la gente se inscribe para tener la posibilidad de ganarse el cambio de ventanas.

Tampoco existen los necesarios "chambitas", como los que en casa de mi mamá lo mismo instalan una regadera que resanan paredes, pintan la fachada y de paso se llevan la alfombra vieja. Aquí hasta los plomeros están certificados, cobran muchos dólares la hora y manejan una homer de perdida. No toman citas después de las cinco de la tarde y exigen su pausa para el café: he ahí la razón por la que los canadienses son fans de armarse de herramientas como si fueran a ir a la guerra y las tiendas tipo home depot proliferan como la humedad.

Y yo que pensé que con saber prender el boiler y localizar la llave de paso ya podía aventarme a tener mi propia casa. No señores, creo que soy una presa fácil para los abusivos contratistas, así que más bien practico el arte de hacer yo misma mis paredes y pegar los azulejos del baño o puedo irle diciendo adiós a esos sueños de cambio de estilo radical.

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