jueves, 29 de octubre de 2009

Una pequeña nota..

... para decir que si no he posteado en las últimas dos semanas, no ha sido por falta de entusiasmo o de cosas que contar, sino porque he tenido que sacar tiempo de donde no pensé que lo había para continuar con mis cotidianas actividades y agregar además todo lo que implica la búsqueda de una casa.
Además de trabajar todos los días de 9 a 5, hago yoga los martes, bailo bhangra los miércoles (hip hop estilo bollywood), tomo un curso de "home improvement" los sábados -maestro gordo experto en herramientas surrealistas incluído- y en las tardes que me quedan libres, visito casas con Mario y nuestro siempre disponible agente-amigo René.
Peeeero... por fin parece que la búsqueda del hogar ideal ha dado frutos, y además vienen eventos que no puedo dejar de reportar aquí, como el famoso halloweekend que aquí se toman bastante en serio. Mañana me iré disfrazada a la oficina al igual que muchísimos montrealeses, y tendré mi cámara lista para captar momentos jocosos que ya he visto los años anteriores, como el de una dama vestida de pollo esperando el bus, una familia Adams comprando en el supermercado, o a las alborotadas del departamento de marketing con sus vestiditos kinkys.

Entre eso y que el sábado asistiré a la proyección del Rocky horror picture show, esperen pronto novedades..

domingo, 18 de octubre de 2009

Thanksgiving

Delicious food, good friends, too much to be thankful for...


lunes, 12 de octubre de 2009

Le p'tit train du nord

Las fotografías del siguiente post son de nuestra visita al pueblito de Sainte-Adèle, a la entrada de la famosa región de las Laurentides. A cinco minutos del albergue en que nos hospedamos está el acceso a le p'tit train du nord, un camino de más de 200 kilómetros que se puede recorrer en bicicleta o a pie y que rodea ríos y lagos conectando pequeñas poblaciones y estaciones de esquí.
Este es el B&B en el que nos hospedamos. Una de las llamadas gîtes, lindas casas de huéspedes atendidas por afables familias y reputadas por sus deliciosos desayunos.


Aquí la entrada al sendero por el que caminamos por más de tres horas. Pese a los letreros que avisaban por todos lados de la posible presencia de osos negros, no vimos ninguno, fiuuu..
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El bosque de los cuentos?



Y a continuación, los más bellos paisajes...

Por los territorios del oso negro







viernes, 9 de octubre de 2009

worldle con tema de otoño

Inspirada por el viaje relámpago que Mario y yo haremos mañana a las Laurentides para gozar del espectáculo de los árboles del bosque en otoño, comencé un wordle con las primeras palabras que me vinieron a la mente, y esto es lo que obtuve:

domingo, 4 de octubre de 2009

Viva

La búsqueda de una casa nos ha tenido ansiosos. Vemos opciones y hacemos números, calculando impuestos y tasas de interés. Me siento como a punto de dejar atrás la vida sin deudas ni hipotecas y entrar ahora sí de lleno a un mundo adulto. Ayer no hablamos de otra cosa y hoy amanecimos tensos, con la necesidad de sacudir de nuestra cabeza cualquier pensamiento y entonces hicimos lo lógico: Salir a caminar por el bosquecillo del Mont Royal.
Había llovido, y el monte nos presentaba su cara más lavada y fresca. Al traspasar la reja de la fachada de piedra del cementerio, semejante a las que resguardan los castillos de los cuentos, lamenté el haberme olvidado de mi cámara. Pero ahora creo que fue mejor así, porque quizás de haber estado concentrada buscando la luz y el ángulo me habría perdido de...

Una zorra dorada que atravesó la calzada llevando una ardilla gris en el hocico

Una ardilla más afortunada, que pelaba una bellota recargada contra la rama más alta de un árbol, y que dejaba caer las cascaritas muy cerca de nuestras cabezas

Un mapache gordo y de pelaje hermosisimo, que pasó husmeando por entre las hojas caídas, tomándose su tiempo e indiferente a nuestra presencia
Recogí algunas hojas de maple de distintos colores, pude ver a una ardilla listada (del tipo de chip y dale) sobre el muñón de un árbol, que tras zamparse una bellota se pasó las patitas por la cara, limpiándose los bigotes y todavía, ya de regreso y mientras esperaba a que Mario cambiara el coche al otro lado de la banqueta, la inconfundible algarabía de los patos que ya están migrando me hizo volver la vista hacia el cielo y ver que allí, muy alto, una parvada de los que me parecieron poco más de cien patos salvajes, pasaba sobre nosotros, en su dirección al sur.
En ese momento me sentí mas viva que en estos últimos días de cálculos, deadlines y reuniones interminables en la oficina.